¿Evo estás?


Ni la costa, ni las sierras y mucho menos las europas o el Caribe. Vacaciones, lo que se dice vacaciones se pasan y muy bien en los pagos de Evo. Ni hablar si la fecha coincide con la locura carnavalera de Oruro. _El paquete que me vendí yo solito, decía así: "A un mes de la asunción del Evo parto a Bolivia a palpar el clima social". Si hasta llevé el bloc y me ilusioné con un mano a mano con García Linera y, por qué no, con el mismísimo Evo. Bueno, nada de eso. No hubo exclusiva... ¡ni siquiera una tímida participación en una rueda de prensa! A medida que me adentraba en tierra aborigen los días y las energías se me escurrían entre los vagones de un tren, o en los puestos de baratijas de las cholas, hábiles negociadoras y consumadas falsificadoras de Singani.
A mitad de camino hacia La Paz, el cuerpo pidió una tregua en Uyuni, un pueblito famoso por su vecindad con el Salar de Uyuni, el desierto de sal más grande del mundo (eso es lo que dicen los guías y da para creerles). Un par de días más para llegar a Oruro y... ¡punto final! A apenas 3 horas de La Paz me distraje durante 4 días entre las comparsas y se agotaron las reservas físicas y monetarias para estirar la subida en el mapa. Casi como una bendición del destino, se anunció la llegada del Presidente para inaugurar el carnaval. Ese día, el sábado veintipico de febrero, caminé entre la horda humana con un carné de periodista acreditado que me abría los tenaces nudos policiales... pero no hubo caso. Cuando llegué a la Avenida Cívica decían que estaba en la 6 de Agosto y así anduve boyando mientras soportaba como un señorito los bombazos de agua. Al día siguiente los diarios confirmaron que efectivamente el Evo estuvo ahí y hasta se ligó el también una mojadura. Chau nota, chau foto. Por si al regreso alguno se ponía cargoso, le saqué un primer plano a un tipo igualito al Evo.

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