Nota diez El best seller de los libros de espiritualidad es un cura riocuartense


Víctor Fernández mantiene una relación despreocupada con la celebridad.
Su tono de voz pausado y amistoso, su andar despreocupado, la camisa a cuadros fuera del pantalón, la caprichosa combinación con una gorra deportiva que no se quitará en ninguna de las fotos, pese a los ruegos de la fotógrafa... Todo en él parece confabularse para lograr esa imagen de antidivo que lo acompaña como la espigada sombra que proyecta en los serenos pasillos del Seminario Mayor “Jesús del Buen Pastor”, su refugio cuando vuelve a Río Cuarto.
Eso, sin duda, le ayudó a salir indemne de un año editorial definitivamente consagratorio: en 2007, los libros publicados por el padre Tucho vendieron, en conjunto, alrededor de cien mil ejemplares, una cifra que desvelaría a cualquier escritor y que a él no le quita el sueño.
Lograr semejante friolera y continuar siendo un perfecto desconocido fuera del círculo en el que se mueve es un logro que reivindica.
“Justamente, para poder escribir lo que escribo necesito silencio, momentos de soledad, de reflexión que, si tuviera una vida pública demasiado expuesta, los perdería”, dirá.
“Los 5 minutos del Espíritu Santo”, una obra que le llevó más de dos años de trabajo y que incluye una reflexión para cada uno de los 365 días del año vendió más de 10 mil ejemplares en 2007 y generó una ola comentarios elogiosos, entre ellos, el del presidente de la Suprema Corte de Mendoza, y el de la vicejefa de Gobierno porteña, Gabriela Michetti.
“No lo quería escribir, porque tenía que hacer 365 reflexiones distintas y no podés inventar o poner cualquier cosa, prefiero tomar un tema y tratarlo a fondo”, explica y, ante la demanda de los lectores y la editorial, acaba de editar otro texto con el mismo formato de reflexiones diarias, “Un estímulo todos los días”.
-¿Cuándo empezó a llegar en forma masiva a la gente?
-Creo que hubo una mayor difusión a través de una colección que se llama Ser feliz, una serie de libros que toca temas que preocupan a las personas, por ejemplo, la ansiedad, la impaciencia, el nerviosimo, los apegos, los temores… Entonces, mucha gente veía los títulos y decía “esto es lo que a mí me pasa, yo estoy atrapado por los miedos, no sé cómo superarlo y no tengo ganas de ir a un psicólogo”. Esta colección fue leída por mucha gente que no era católica practicante. Ocurre que, en realidad, la mayoría de los habitantes de este país son creyentes. Las mismas encuestas lo dicen. Nada más que es una fe que por ahí está bastante oculta u olvidada, pero cuando esa gente toma un libro para vencer los miedos y encuentra consejos prácticos, pero también reflexiones espirituales, no siente rechazo porque haya un desarrollo más religioso, más espiritual. Puede pasar que lo lea un ateo convencido y diga esto no me sirve porque habla de Dios, pero en realidad la mayoría de la gente en este país no siente rechazo cuando le das un consejo que tiene que ver también con la fe o con la vida espiritual. De manera que a esta colección la leyó mucha gente que hacía mucho tiempo que no iba a misa o que no rezaba, pero sin embargo encontraba allí algo que tenía que ver con su problema y al mismo tiempo un estímulo para reencontrarse con su fe con su vida de oración y eso me dio más difusión.
-Hoy debe ser uno de los sacerdotes más leídos del país, si no el que más…
-Sí, de los autores religiosos o espirituales, sean sacerdotes o no, los libros míos son los más vendidos.
-¿Cómo toma usted ese fenómeno?
-En realidad yo escribo desde que tenía 5 años. Cuando aprendí en primer grado, ya escribía poesía, obritas de teatro… Pero inmediatamente después empecé a sentir la inquietud de escribir cosas que le sirvieran a los otros. Siempre cuando veo un problema, alguien angustiado por algo, me pregunto cómo puedo ayudar para que la gente supere eso. Con el paso de los años, empecé a encontrar mis propios problemas, mis propias angustias, mis propias perturbaciones interiores y me preguntaba como salir de eso. Entonces, uno lee y consulta cosas no sólo religiosas si no también de psicología y otros áreas y con el paso del tiempo uno empieza a unir todo. Te das cuenta de que no son cosas opuestas. Si un psicólogo descubre algo que le sirve a la gente y yo a través de la oración encuentro un camino de sanación y de liberación, las dos cosas van juntas. También leí otras religiones que tienen miles de años de experiencia y de sabiduría acumuladas y de todo eso fui buscando una síntesis y escribiendo algo que pudiera servir a la persona que tuviera una dificultad. De manera que yo podría decir que en los últimos veinte años siempre he tenido como una especie de obsesión interior por expresar por escrito algo que a otro le ayude a vivir mejor para que la gente descubra que la fe ayuda a vivir, la espiritualidad. Creer en Jesús no es algo que sólo se encuentra en lo más profundo del corazón sino también algo que puede tocar toda la vida y que ayudar a resolver muchas cosas que sin la fe se hacen más complicadas, más oscuras… Y creo que eso lo he logrado, que la gente a través de un libro diga esto es un texto espiritual que tiene que ver con la fe pero al mismo tiempo me ayuda a resolver un drama. Hay personas que no son creyentes, o que tienen rechazo por la religión y dicen que la religión es una cosa del secreto del corazón, es una cosa privada que no tiene nada ver con la vida externa. Quieren separar dos mundos. Para mí es exactamente al revés, si la fe es real es auténtica si uno de verdad abre el corazón a Jesús eso tiene que cambiarte la vida, tiene que ayudarte a vivir con más paz, con más libertad interior, con más fuerza, con más esperanza… Tiene que cambiarte tu forma de trabajar, tu forma de enfrentar las dificultades, tiene que cambiar todo, no tiene que quedarse escondido en un mundo secreto y creo que ese objetivo es lo que he logrado con los libros y por eso la gente los busca.
-¿Cómo hace para preservarse de todo lo que acompaña a un éxito editorial? ¿la fama, el contacto hipermediático?
-En realidad yo no escribo para lucirme. Los escritos míos no son una maravilla literaria. Busco escribir de manera sencilla y apuntar directamente a lo que la persona necesita. Yo soy ese tipo de personas que los otros usan cuando les hace falta, y no tengo ningún problema en que sea así. Que la persona lea mi libro y no necesite mucho más que eso porque si hablara conmigo yo no le podría decir mucho más que eso. Y no va a encontrar en mi grandes carismas. Tengo ese carisma para escribir de manera simple, concreta y práctica y creo que eso a la persona le sirve y no necesita nada más. Puedo servirle a mucha gente sin que eso implique fama o estrellato, que tampoco busco ni me hace falta. Porque, justamente, para poder escribir lo que escribo necesito silencio, momentos de soledad, de reflexión que, si tuviera una vida pública demasiado expuesta, los perdería. Eso es lo que les sucede a muchos escritores que se dejan tentar por la fama, empiezan a andar por todos lados dando charlas y después no tienen tiempo de calidad interior para seguir escribiendo cosas que a la gente le sirva. Empiezan a repetirse, a perder profundidad y así arruinan su carisma.

Publicado el 6 de enero de 2008 en Puntal.

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